martes, 2 de junio de 2009

Breakfast Club

Cada noche acababa harto de ver al diablo al fondo de cada botella. Le acabé pidiendo que, por lo menos, me hiciera el desayuno un día, ya que no parecía dispuesto a irse. Y anda que se negó. Lo que yo no sabía es que con la soledad y la desilusión se puede hacer un revuelto y ponerlo encima de las tostadas. No está tan malo.

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