martes, 23 de junio de 2009

Aquí huele a humo de gato encerrado.

Me dice mi amiga Sandra que es normal no ser tan espontáneo en el amor cuando te haces mayor, y me ha regalado una metáfora preciosa sobre el fuego, aunque da un poco pena. Me dice que, con el tiempo, nos acaban instalando la alarma, y que cuidado con los mecheros. Así, al principio, somos casas nuevas, sin seguro, sin escalera de incendios y sin nada y, cuando quieres darte cuenta, tienes que pasar la ITE por peligro de derrumbe y te obligan a instalar un extintor en cada rellano; no tanto como alarma, pero como recordatorio constante de todo lo que puede pasar y de que existe un remedio, que huele mal y es muy aparatoso, pero podría extinguirlo todo en cuestión de segundos; en especial al principio, si el fuego no es muy intenso. Y antes era más fácil: si te quemabas entero, te acababas inmolando con placer porque sabías seguro que no te ibas a consumir totalmente o, a lo peor, que construirían un edificio equivalente en tu lugar. Con 36 años he acabado pasándome la vida en el rellano, mirando de reojo esa cosa roja detrás del cristal en el que pone "romper en caso de emergencia", mientras sostengo un mechero en la otra mano, y no puedo dejar de pensar en Nerón.

miércoles, 17 de junio de 2009

DONATIVOS

Hartito estoy de esos a los que les regalan drogas sin tener dinero para pagarlas, y de esos a los que regalamos amor sin tener corazón para albergarlo.

lunes, 15 de junio de 2009

Predicciones

Cuando se empieza una relación, las expectativas que puedes llegar a albergar respecto del otro deberían estar graduadas. Así, por ejemplo, “A” correspondería a “estaremos muchos años juntos en un equilibrio perfecto entre fidelidad y pareja abierta, compañía e independencia, calor y espacio propio, hasta que todos nuestros amigos dejen de venir a vernos consumidos por una bola de envidia y asco”; hasta la “Z”, que vendría a significar “después de dos meses de absoluta incapacidad para comunicarnos con valentía y generosidad nuestras propias necesidades, y salpicar cada conversación de mentiras con aguijón, llegaremos a las manos por un asunto trivial y, durante años, nos cambiaremos de acera cuando nos veamos por la calle, llegando a olvidar incluso por qué nos caemos tan mal”. Resuelto el tema de las expectativas y los grados, tendría que inventarse una tira de estas con reactivos como las que tenían antes los diabéticos, pero que reaccionara al simple contacto con la piel (como aquellos termómetros), permitiendo obtener una predicción exacta sobre qué esperar en una relación en pocos minutos, tras aplicar el invento sobre la piel del nuevo amado en un momento de descuido. Conociendo el resultado, por lo menos, uno sabría a que atenerse. En mi caso, de todas formas, ya me puedo ver a mí mismo quietecito, abrazado a uno, en una cama en cuyo lateral permanezca impertérrita una papelera cuyo único contenido sea un papel en el que se lea “Z”, en grande y rojo. Y es que ya lo decía Eva Siva en Laberinto de Pasiones, cuando interpretaba a una azafata a la que le comunican que un vuelo no puede salir porque hay una bomba a bordo: “la gente ya sabe a lo que se expone cuando se sube en un avión”

martes, 2 de junio de 2009

Breakfast Club

Cada noche acababa harto de ver al diablo al fondo de cada botella. Le acabé pidiendo que, por lo menos, me hiciera el desayuno un día, ya que no parecía dispuesto a irse. Y anda que se negó. Lo que yo no sabía es que con la soledad y la desilusión se puede hacer un revuelto y ponerlo encima de las tostadas. No está tan malo.