lunes, 21 de diciembre de 2009

tú sí que vales

El otro día vi a un contorsionista en la tele. Hacía años que no veía uno, y me provocan una sensación intermedia entre la admiración y el repelús aunque, eso sí, me da muchísima envidia su control absoluto del cuerpo a través de la disciplina. ¡Qué bueno sería que la disciplina tuviera en todo las mismas consecuencias causa-efecto!. Por pedir, a mí me gustaría ser contorsionista de emociones y sentimientos, y así podría ponérmelos donde yo quisiera, retorciéndolos a mi antojo, y que trabajasen para mí, tal y como quiero. La audacía y la valentía en la boca, para no traicionarme tanto como hago ahora; el miedo cerca del corazón, para que no lo invada, pero pueda escuchar las broncas que le echa entre sístole y diástole. Acabaría convenciéndole para que se marchara, seguro. El amor y la esperanza en la cabeza, para que la razón no sea tan mandona y crea en lo que todavía no se puede medir, que como todo el mundo sabe, no sólo es que exista, sino que es lo más importante. Melancolía en los riñones, para que la filtren un poco y se me administre en pequeñas dosis que no me inmovilicen; y la cobardía, pensándolo mejor, la voy a poner junto con el miedo en el culo, y me voy a hinchar a Activias.

jueves, 10 de diciembre de 2009

No valen lo mismo

Hoy he ido a la compra y había un tendero nuevo. Se llama miedo. Le he pedido diez ahoras y el muy pesado no ha parado de tratar de convencerme para que me llevara un parasiempre. Que si valen lo mismo, que si a la larga me sale mejor... Vamos, hombre, ¿desde cuándo diez ahoras van a valer ni lo que un millón de parasiempres? Hay que andarse con ojo con este miedo, que hace de uno lo que quiere.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

No me gusta el invierno

Quiero hibernar abrazado a ti, y que cuando me suelte sea primavera. Mientras tanto, me la inventaré.